
La lectura del
Evangelio según los Esenios había
shockeado al Capitán
Chas Chas, a tal punto que los toros de la Exposición Rural dejaron de impactarlo como gigantescas
chuletas semovientes; por 48 horas, a fuerza de una dieta creativa -pastas-, se abstuvo de ingerir cualquier ser que hubiera estado vivo. Lo peor era dejar el
sushi.
El Jesús de ese Evangelio tenía mucho de yogui, según reconoció inmediatamente, igual que él mismo (sería un yogui perfecto si no fuera por unos detalles nada menores: la panza que le imposibilitaba sentarse en loto, los apetitos desordenados, los prejuicios, la intolerancia, la ira etc.).
Para colmo de males, ya venía shockeado por la súbita revelación de su kinesiólogo sobre las terribles profecías de las distintas vírgenes: aparentemente a la humanidad se le viene la noche (en concordancia con la hecatombe anunciada por el horóscopo maya o azteca -o algún otro- para alrededor del año 2012). En ese apocalipsis las almas podrán verse tal como son. Para terminar de darle forma a este revoleo de biblia y calefón, recordó un artículo en una revista científica que hablaba de posibles alteraciones en los campos magnéticos y en las ondas de energía en el universo entero. Cuando esto sucediera, solamente aquellos que estaban vibrando en una longitud de onda de energía más espiritual quedarían indemnes: los otros enloquecerían en un brote de violencia irracional. ¿Hay una longitud de onda más espiritual que otras? Posiblemente.
Por las dudas, recordó una antigua bendición curadora (mantra del Buda de la Medicina) cuya traducción fonética del sánscrito sería más o menos la siguiente:
Tadiata Om bercatze, bercatze maha, bercatze bercatze raza, samún, gate, svaha
Tadiata Om bercatze, bercatze maha, bercatze bercatze raza, samún, gate, svaha
Tadiata Om bercatze, bercatze maha, bercatze bercatze raza, samun, gate, svaha
Que el Buda de la Medicina cuide y sane nuestros cuerpos y nuestras almas. Esa es la firme intención del Capitán Chas Chas, que retomará los asados recién la semana entrante (después de todo Dios nos hizo con colmillos, como bien le señalara su propio hermano).