viernes, 25 de octubre de 2013

Puedo afirmar

El ser humano tiene una necesidad inevitable de compartir los descubrimientos que considera trascendentes. Es una necesidad visceral, compulsiva, incomprensible. Los poetas, los artistas, los filósofos, los místicos (o cualquier otro ser ordinario que simplmente sea conciente de si mismo) necesitan compartir lo que juzgan relevante, lo que les resulta esencial: una experiencia, una sensación, una visión, una vuelta de tuerca que desentrañe la realidad de las cosas. Necesitan contar a otro que dieron contra algo verdadero, contra una estructura profunda. Necesitan compartir aquello de lo que han tomado conciencia. El ser humano habita en el Universo, que es Todo, que no deja nada afuera, que es Dios. Todo a nuestro alrededor es Dios, estamos inmersos en él. Nada se pierde en un Universo de energía. Cuando damos contra esa verdad medular somos una parte de Dios, que se ha vuelto conciente de si misma.