Que lindo es aprender a surfear a los 44; en un mar plagado de cursis delfines (casi hubiera preferido crueles tiburones).
Si mi mente pudiera surfear así -como si nada-, y mudarse a voluntad hacia el agua caliente...pués entonces yo no sería yo, ni vos serías vos, y todo esto caería como un sueño maldito. Lo lamento en el alma: este soy yo, y mis (férreas) circunstancias. Hay algunas cosas que simplemente no puedo hacer.
Justo en ese momento, me había vuelto invencible y aunque no me crean, las olas eran enormes, pero las dejé así de chiquititas...
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