sábado, 11 de octubre de 2008

Planes de dominación mundial.


Los planes de Electro no conocieron descanso. Gracias a un abuso masivo de sustancias prohibidas, y aprovechando el pesado sueño de los dueños de casa construyó en pocas horas unas quince cuchetas para el garage y otras tantas para el sótano "para meter indocumentados, así nos armamos un tallercito para truchar Armani".
La primer señal de que algo andaba mal, fue la avalancha de denuncias sobre "missing dwarfs" que recibió la policía del DC. En efecto, mientras conseguía latinos para llenar las cuchetas (ya estaba imprimiendo los flyers) Electro -con los ojos inyectos en sangre- se había robado unos treinta de esos simpáticos enanitos de jardín -aquellos que proliferan en los jardines de la clase media americana- cubriendo un área de 22 kilómetros a la redonda del DC. Los mandaría a Buenos Aires y, pretextando defectos de fabricación, desde allá los devolvían a USA pero ya rellenos con la santa efedrina. El plan tenía algunos detalles borrosos, pero bueno, por lo menos era algo.
"I am Electro, vasco francés" seguía presentándose por acá y por allá. Tenía en su haber unas 5813 conquistas amorosas, contando asiáticas, mucamas, prostitutas, y travestis. Y un encuentro con una perra Collie que no queda muy claro, pero podría ser tipificado como abuso deshonesto.

Interín, en Miami, la ex policía aeronáutica Lorena Telpuk era acosada por tres agentes del FBI; ella pensó que querían darle asilo diplomático, pero solo querían sexo,y si fuera posible, grupal. De esos tres agentes, el que se paseaba ampulosamente con la revista Playboy por todo el Tribunal, había recibido un llamado urgente de su superior en Washington: un extraño ser enmascarado, de ojos rojos vagaba por las calles, vociferando casi como un lobo. Le pedían que se hiciera cargo de la investigación. Después de tantos años estaban en presencia de otro X file.

La grosera vena de Gracielito comenzaba a notarse en su inmensa frente: latía, como la bombonera y esto significaba problemas. Esa vena monstruosa había inspirado al mediocre escritor chileno Fuguet -que había tropezado con él por azar- a incorporar en un cuento a un personaje que definía así: "era una vena inmensa, seguida por un hombre...".

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