miércoles, 8 de octubre de 2008

La caída del imperio


En plena debacle de Octubre 2008 Gracielito recibió una oferta hostil por su chalet alpino en el DC, la suma de cuarenta mil pesos lo sacó de casillas. El esfuerzo resultante de años de privaciones redneck se derrumbaba como un sueño americano: trató de pensar en aquellas cosas que le daban satisfacción: la colección de muñequitos mutantes, la tanga de leopardo que había enmarcado como un souvenir, incluso la dulce bonguito...
A la distancia, el deportado -y otrora presunto asesinado- John Bongazo se regocijaba como un chico mientras saboreaba un vaso helado de Coca Cola. "El daño estaba hecho", eructó feliz.
El oferente no era otro que un antiguo amigo en común, Heráclito de Efeso, quien desde niño había sido seguidor de un tal Silo, de un bizarro Maestro Amor e incluso llegó a compartir secta de UFOLOGOS con el joven snob (si, aquel que casi fue raptado por un OVNI en Balcarce y que se defendió con un palo de golf).

Heráclito (para aquellos que no lo conocen, sepan que se afeitaba desde los doce años), se mantenía joven gracias a la fuente de la juventud que había descubierto en las sierras (amén de las siestas sagradas); además, se había dedicado a filmar películas pornográficas caseras a la usanza "road movie", las que después distribuía por España.
Heraclito era un agradecido de la vida; había llegado el momento de desembarcar en USA. La revancha del "deme dos" había llegado. Estaba incandecente.
La Cris Barbie Chiruza, extraviada en drogas que disimulaban su capacidad mental de infradotada tenía razón -si bien, por otros motivos-, los que necesitaban un plan B eran los EE.UU.
Los bárbaros estaban golpeando las puertas del imperio. Heráclito era uno de esos bárbaros.

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