domingo, 28 de noviembre de 2010

Saliendo del cascarón pasados los 40

Hace un par de años bajé del verde colectivo 10 en la Avenida Santa Fe y me puse a caminar despacito hacia los Tribunales: el día era espléndido pero yo no lo disfrutaba.
Había festejado mi cumpleaños hace unos días y estaba apesadumbrado por la edad, por el paso del tiempo, por la sensación terminal de haberlo visto todo; sentía que había perdido la capacidad de sorprenderme y que todo iba a ser irremediablemente gris de ahora en más.
Al doblar por Paraná, me encuentro con un señor mayor, ciego, impecablemente vestido (lindo sombrero panameño) y me ofrezco a acompañarlo un par de cuadras sorteando los peligros de las veredas rotas (él iba hasta una oficina de medicina prepaga).
- ¿Cuantos años tenés? -me pregunta después de charlar un poco.
- Recién cumplí 44; un montón- le contesto riéndome.
- 44...mirá que bien, entonces recién estás saliendo del cascarón. Yo tengo casi el doble que vos y se lo que te digo.- La firmeza de su enunciado, y la sonrisa al final de la frase no dejaban dudas: estaba hablando en serio.
¿Salir del cascarón recién ahora? Para mí, que soy de espíritu aventurero, esa era una aseveración inquietante.
Con el tiempo me doy cuenta de lo que quería decir.
Igual que para Kirk Douglas, las cosas recién ahora, comienzan a tener una perspectiva interesante y definida. Lo parafraseo así: "Creo que recién ahora empiezo a saber quién soy. Como si mis virtudes y mis defectos hubiesen estado hirviendo en una olla todos estos años y con el hervor se hubieran ido evaporando y convirtiéndose en humo, y lo que queda en el fondo de la olla es mi esencia, y se parece inquietantemente a aquello con lo que empecé al principio".
(Esto último, gracias a Grupo FB Zaratustra, publicación Revista Esquire "Lo que sé", entrevista a KD)

lunes, 22 de noviembre de 2010

La redención bolivariana: la epopeya del Acero Kali c/ el Ninja XX

¿Cómo vulgarizar el octógono de las artes marciales mixtas americanas? Muy fácil, organizar una pelea en el Luna Park entre el Acero Cali y el patético Ninja XX y pasarla por Fox.
Los pergaminos de estos dos payasos son diversos.
El acero Cali es -o fue, ¿a quién le importa?- campeón mundial de un organización que no aparece ni en el google (NkW, o KrC); este muchachote es un héroe post bolivariano impulsado por Moreno y De Vido; una especie de motonauta Scioli, pero con la cabeza refrita a trompadas. Aclaro que el Dani la tiene refrita porque si: nació así, no es culpa de nadie más, es felpudo desde el principio.
El otro contrincante, de unos 48 años, es el rey de la milanesa napolitana y la bola de fraile, posible barrabrava de un club del nacional B (me inclino por Los Andes), y a raíz de una sútil patilla, encarnaría la maldad de los 90's (este es el modesto aporte de los genios de la side). En su espalda se tatuó para siempre "Sindicato de Panaderos" como muestra de su dedicación, y de que la imbecilidad no tiene límite.
En su curriculúm: desmadró en 24 segundos a dos rugbiers borrachos de la primera de Los Matreros(cuando hizo de seguridad en un bailable del conurbano). Desde ese momento icónico, a pesar de su torpeza, cargó con ese sobrenombre, imaginate lo que serían los otros...de todos modos, los 110 kilos de este idiota meten miedo.
La entrada al ring de estos dos papanatas estuvo alentada por el lúmpen periférico de La Cámpora, entremezclados con algún agente de la side y por aquellos honestos humildes a los que les regalaron la entrada mientras caminaban de noche por Florida.
El improvisado Ninja, al subir al ring, y como presentación, se mandó dos patadas descendentes tremendas, y después nada más (es evidente que ni siquera sabe sacar las manos como un boxeador amateur): lo que me inclina a pensar que posiblemente se haya desgarrado hasta los huevos antes de empezar.
Los de Canal Fox ni siquieron se molestaron en cronometrar los rounds, que podían durar entre 1 y 5 minutos, igual que el descanso, que duraba entre 4 y 8 minutos. Obvio, el ninja estaba al borde del infarto, no teniendo cerebro que demoler, la alternativa era que le explotaran las arterias. Por suerte zafó y nos evitamos tener que ver un ACV o un infarto, en vivo.
La pelea de la redención bolivariana terminó con los dos contrincantes a los besucones, jurándose amor eterno, lealtad deportiva, y que somos todos latinoamericanos y tal vez gays en lo profundo de nuestro inconciente.
Un jurado inexistente, sin lectura de tarjetas, la declaró empate, con lo que De Vido y Moreno se aseguraron la segunda parte.
Mientras tanto, infinitos deportistas argentinos anónimos, se entrenan en condiciones pasmosas. No son parte de ninguna agenda política: la mente sana en el cuerpo sano, no le importa a nadie.